viernes, 17 de octubre de 2008

A ti que eres mi Padre



TÚ, que me hiciste trascender

de célula a persona,

de la posibilidad al acto,

de la nada a la existencia,

de humano a persona.



TÚ, que me haces ver

que existe el Ser Divino,

que existe el infinito,

que existe la dicha,

que existe la belleza



TÚ, que me enseñas

que el amor se da,

que la vida es compleja,

que los sueños se trabajan

que los tropiezos me levantan



TÚ, que me acompañas

en el gozo de los instantes,

en la pena de la mala suerte,

en el triunfo de mis metas,

en el fracaso de mis deseos



TÚ, que me transmites

la sabiduría de tu travesía,

la alegría de tu corazón,

la lucha contra el dolor,

la serenidad del alma.



TÚ, que me das tu cariño

en el abrazo de la mañana,

en la plática de la cena,

en la tristeza de la desdicha,

en el cine de los domingos



TÚ, que eres mi Padre,

eres mi amigo,

eres mi sostén,

eres mi maestro,

eres mi corazón.


Miriam Yeshua

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