Para G.S.
Amado mío ,
mis dedos movieron la pluma
la última vez que te escribí
un poema de amor
o de melancolía,
de paz o de esperanza,
de ternura y de elegancia,
de sol y de tormenta.
Amado mío,
mis ojos nadaron,
la última vez que te lloré
distancia e indiferencia,
felicidad y amargura,
impaciencia y soledad,
sueño y pesadilla.
Amado mío,
mi cuerpo brilló
cada vez que tus manos
resbalaron
sobre la envoltura de mi cuerpo,
a veces suaves y cálidas,
a veces frías y tersas.
Amado mío,
¿a dónde tu presencia
me empujó?
a la vida y a la muerte,
a la existencia y a la impaciencia,
a la pasión y a la ternura,
a la emoción y no a la razón.
Amado mío,
mi fantasma se esfumó
cuando de tu soledad
me hice compañera,
ya no somos
uno o una,
mente o corazón,
sólo somos mar y arena.